Al despertar una mañana, después de
un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un Andiperla
Willinki.
Reducido a un minúsculo insecto
color miel de apenas dos centímetros, su presencia dejó de ser percibida por
los demás. La indiferencia fue transformando su entorno en un gélido paisaje.
El desamor cristalizó hasta el aire. La acumulación excesiva de hipocresía construyó
un manto compacto sobre su territorio original. Una monumental masa de hielo
comenzó, despacio, a deslizarse sin rumbo aparente sobre el lago helado del
olvido.
Como si hubiera una intención de
moldearlo, de poner a prueba su plasticidad, fue sometido a fuerzas que
arrastraban, comprimían y retorcían su cuerpecito frágil. Pero soportó a la
intemperie cada tormenta. Desarrolló una asombrosa capacidad para sobrevivir
ante condiciones extremas. Se cubrió de una extraña sustancia, una especie de anticongelante
natural, que protegió su interior y evitó que se le endurezca el corazón. Sus
tres pares de patas aprendieron a hacer equilibrio en un suelo que fue hostil.
Comenzó a tener hábitos necesariamente nocturnos. Supo saborear la adrenalina
de internarse en las profundidades de las grietas azules, y descubrió que otros
mundos existían ocultos. También se hizo
vegetariano.
El agua, como siempre, fue
socavando las imponentes montañas de hielo. Desde muy abajo, desde lo no
visible, como suceden los verdaderos cambios. Silenciosa, constante y gradual. A
la espera del instante menos pensado,
por más imaginado que sea. Un hecho casi insignificante, como puede
perfectamente haber sido el estornudo de un ñandú petiso que pasaba por ahí,
una piedrita que venía haciendo sapito desde una orilla muy lejana, el fa
sobreagudo de Edda Moser cantando La reina de la noche que por accidente llegó
desde el Voyager, el aleteo del colibrí corona granate, o quizás un beso. La
contingencia necesaria, muy necesaria, para que la ciudad del témpano se
derrumbe y plaf!, acabe sumergida.
Después, poco se supo después sobre
la vida del exótico insecto.
Hola Ana, ha sido muy hermoso leer este texto y sobre todo contemplando la belleza de esa pintura. Me mueve el color, me revoluciona el alma.
ResponderEliminarUn abrazo enorme
¡Pintura y literatura! una mezcla maravillosa.
ResponderEliminarINDY
Una lindura Ani!!
ResponderEliminarEl que conoce el Glaciar sabe que hay un antes y un despuès.
El texto como siempre maravilloso, es cierto los verdaderos cambios surgen desde las profundidades, desde el silencio, aunque exteriormente "el que sabe mirar" nota transformaciones.
Abrazos muchossss
TKM
Maravilla de contraste entre colores cálidos y fríos, bueno, gélidos.
ResponderEliminarUn abrazo.
El trabajo es una pasada en cuanto a colorido, además la profundidad que le da la escalera realza muy bien la perspectiva. Bs.
ResponderEliminarEs fantástica la metamorfosis, la pintura que consigues me entusiasma, el fondo con las montañas y los primeros planos tan contrastados son preciosos.
ResponderEliminarUn abrazo
Ana, tu relato e imagen me hacen pensar en dos metamorfosis, una la de la Tierra, con sus deshielos y calentamientos. Y la otra más interna, más personal, esa chispa en la vida que salta en rara ocasiones sobre los oprimidos (de cualquier clase) y tiene la suerte de empezar a apreciar que otros mundos son posibles y disfrutables: matrimonios rotos, esclavitud empresarias, deshielo familiar de hijos, etc. En fin, eso es lo que me has transmitidos. Venga, nos leemos.
ResponderEliminarA veces sucede (dolorosamente) que los seres humanos sufrimos ciertas metamorfosis producto de conductas violencias de cualquier tipo,provenientes de otro ser humano...El que es más tolerante o está más adiestrado a las situaciones difíciles saldrá fortalecido de esta tremenda transformación...pero otros reducirán su vida a la condición de un simple insecto, porque se lo ha creído a fuerza de repetición...
ResponderEliminarTanto tu pintura maravillosa como este tremendo texto tienen una intensidad que atrapa...
Me encanta visitarte,Ana.
Gracias por tu huella en Expresión Gráfica (no recuerdo si me has visitado en Verbal, de todos modos estás invitada).
Besos miles.
Feliz semana para ti.
Bonita metamorfosis la desarrollada en el relato a pesar del final casi previsible.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por visitar mi Blog.
Ciao,
ResponderEliminarun insieme molto originale e di grande effetto!
Ciao, ciao, Floriana
Si cada "lenguaje" tiene su fuerza expresiva, ¡qué decir cuando se unen dos: texto e imagen o al contrario! Profundidad y exquisitez de las palabras con la vitalidad apasionada del color t las formas. Tanto monta, monta tanto...
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo, Ana.
el cambio desde lo más hondo
ResponderEliminarhermosa pintura
abrazo*
Frío a la derecha, calor a la izquierda: el corazón lleva el calor. No quiero despertar así...Que llegue esa Reina de la noche, ese colibrí o ese beso. Un abrazo, Ana.
ResponderEliminarEl cuadro es un espejo en el que nos vemos, por eso digo que a la izquierda el calor y el corazón.
ResponderEliminarAna, me gusta mucho tu forma de plasmar los colores y la combinación que haces de los mismos. Son pinturas muy expresivas que trasmiten mucha fuerza. Bs.
ResponderEliminar¡Hola Ana!!!
ResponderEliminarPrecioso texto para la reflexión: sucede que a veces uno se acerca a la transformación motivados/as por otras personas con diferente forma de pensar, a veces agresivas que ayudan a que el yo, se acerque o caiga en la baja estima.
Precioso el cuadro me encanta sus colores, muy de acorde con tus letras.
Te dejo mi gratitud y mi estima. Un abrazo y se muy feliz.
Hermosa prosa poética para describir una metamorfosis que se puede aplicar a cualquier plano vital.
ResponderEliminarUn gusto haberte encontrado.
Te invito a que le hagas una visita a mi blog, apenas estrenado.
Saludos
Buenas,
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Saludos
Me gustan tus óleos, esos colores están llenos de vida. Y la historia que cuentas, me arrastra a sumergirme y recorrer con el insecto todos los avatares hasta llegar al inicio de la vida.
ResponderEliminarBesitos