Busqué en Google. Consulté la Wikipedia. Pregunté a los muñequitos del Messenger, ni siquiera estaba tu perfil. Ni Facebook ni Twitter publicaron noticias tuyas. Examiné el escritorio, ícono por ícono. Hasta di vuelta la papelera de reciclaje por si acaso te hubieras traspapelado.
Te perdí en el ciberespacio.
Te perdí en el ciberespacio.