La abuela Aquilina
vino al mundo un dos de febrero del año 1902 y se despidió de nosotros dos
meses antes de cumplir cien años. Fue testigo de casi todo el siglo veinte y
del efecto Y2K.
Su vida fue
una increíble aventura, no faltaron las dificultades, más bien abundaron. Ante
las dificultades se piensa, se siente, se hace. Y Aquilina hacía.
Mis recuerdos construyen repetidamente el
camino que hacíamos para visitarla.
Saben a su
cocina.
Huelen a su
casa de baldosas ocre y negro, de un patio con una higuera que se perdía conmigo
en el cielo.
Oyen el
sonido del reloj de péndulo que estaba colgado en la pared del comedor.
La vida de Aquilina se balanceaba al
ritmo del reloj que acumulaba las horas de toda su vida.
Hora de jugar
bajo los castaños en su casa natal. De la desolación. Del abandono. De bajar
del monte con las cabras. De huir. De atravesar caminos y mares. Del
reencuentro y el abrazo. De calzarse por primera vez y aprender a tender una
cama para que otros duerman en ella. Del amor, porque estuvo muy enamorada, me
lo dijo en un sueño. De cantar, de reír a carcajadas. De brindar sus manos y
ayudar. Del dolor que te arranca el alma. De llorar a sus muertos. De empezar
de nuevo.
Los ciclos
oscilantes de su reloj le marcaban el paso preciso a sus pequeños pies.
Dicen que, como el reloj de péndulo,
todos tenemos engranajes ocultos que intensifican nuestra fuente de energía.
Mi abuela lo sabía.
Ana, estoy con las lágrimas a flor de piel...estupendo relató,donde dejas al descubierto parte de tu corazón y nos ayuda a mirar tu pintura con otros ojos, ojos de amor. Un abrazo
ResponderEliminarLinda Ana, es hermoso lo que me dices del "primer comentario"... me alegra el alma que, sin yo saberlo, haya contribuido de forma benéfica en ti.Generosa eres al decírmelo. Te quiero mucho. "El tiempo en Aquilina" te lo comento una vez que la convocatoria se cierre. Mis abrazos!
ResponderEliminarObservé con sumo detenimiento el retrato de Aquilina y sin duda era una viajera del tiempo, un Ser del espacio, incluso el círculo alrededor de su cabeza, a modo de aura transparente, la hace ver como lo que fue un ser "especial" y "espacial", con fortaleza y dulzura.
ResponderEliminarHasta las manecillas del reloj imagino todavía actúan a modo de antenas para que recibas su frecuencia.
Ana, te felicito por el retrato original y bello y el corolario de tu relato que nos sumerge en un paisaje íntimo de tu vida.
Te quiero muchoooo!
no me extraña que te hablara en sueños
Hola Ana.Como ya te comenté en una idea me parece un trabajo estupendo que cobra sentido con esta entrañable historia. Un abrazo
ResponderEliminarbellísimo relato, de una ternura incomparable.
ResponderEliminartu aquilina me recordó a mi ángela, a quien alguna vez también le escribí una historia.
mil besos*
¡Impresionante relato, Ana!!!!.Te felicito.
ResponderEliminarUn placer pasar a saludarte,
ResponderEliminarsi te gusta la poesía te invito a mi blog,
que tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.
Entrañables el dibujo y el relato. Un abrazo.
ResponderEliminarQue bello retrato, Ana, pictórico y literario, de una mujer que fue construyendo su vida hora tras hora. Casi me pareció ver la casa, ver el patio en damero, sentir el aroma de sus dulces y verla ir en busca de otro cielo. (para hacerle mermelada a los ángeles)
ResponderEliminarUn beso grande.
Ana, te superas en cada texto y en cada imagen y sabes imprimir a lo cotidiano y a tus personajes una gran sensibilidad y ternura hasta el punto de que llegan a hacerse cercanos y familiares.
ResponderEliminarLo dicho: ¡Qué buen "Libro" saldría de todos estos trabajos...
Saludos y un abrazo. Reyes
INTERESANTE TEXTO, YO CREO QUE AQUILINA LO ATRAVESABA.
ResponderEliminarEl relato de Aquilina es el de cualquier persona que fue querida. Afortunada tú, que pudiste amar de esa manera y afortunada ella que fue objeto de tu amor hasta ese punto. Parece que la vida es inútil en casi su totalidad, pero cuando aparecen secuencias como la que nos cuentas, podemos darnos cuenta que da gusto vivir, sólo por eso. Un beso
ResponderEliminarSentí que ella era dueña de ese tiempo y no al revés... mujer que supo darle horas a cada menester sin apuro pero con precisión... he ahí una lección!
ResponderEliminarUna estética que me ha evocado en blanco y negro a los Pantocrator Románicos, como si hubieses transfigurado esos iconos religiosos situando a Aquilina en el centro del universo, es un potente símbolo. La sabiduría anciana que toma al tiempo en sus manos y en vez de ser consumida, sonríe al haber develado el misterio.
Mis besos!